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Render de la torre de 350 metros prevista para el año 2041 en Tokyo. Imagen © Sumitomo Forestry.
Empire State of Wood
Empire State of Wood, Metsä Wood. Imagen cortesía de Michael Green Architecture

Desde hace años, arquitectos e industria de la construcción están preparados para diseñar y realizar los edificios de madera que se construyen en la actualidad, pero no conseguían salir de un nicho de mercado muy pequeño. Algunos proyectos de unos pocos atrevidos arquitectos – con formas en la mayoría de los casos extrañas y que poco tenían a que ver con lo que la gente se esperaba de un edificio – quedaban relegados en publicaciones especializadas de bio-arquitectura o del mismo sector de la madera.

Hoy algo ha cambiado

Proyecto de torre en madera en Bordeaux de Sou Fujimoto and Laisné Roussel. Imagen © Sou Fujimoto Architects, Laisné Roussel, Rendering Tàmas Fisher And Morph

Es cierto que se han hecho algunos avances técnicos. El sector, en plena expansión, está dedicando muchos recursos a la investigación para realizar sistemas con prestaciones cada vez más elevadas. Estos avances y la difusión del sistema constructivo basado en el uso de paneles contralaminados CLT han permitido hacer un salto de escala a los edificios de madera, y se ha desencadenado una carrera al “edificio de madera más alto de” que tiene una repercusión mediática, incluso en los medios de comunicación generalistas, seguramente favorable para la difusión de estas estructuras.

Cierto es, también, que las nuevas generaciones de proyectistas tienen más familiaridad y conocimientos sobre este material. Los estudios Erasmus y las prácticas en países en los que la tradición de las construcciones de madera está mucho más consolidada que en España junto con la proliferación de Masters en arquitectura sostenible que, en los años de la crisis, muchos jóvenes arquitectos han frecuentado a la espera de una ocupación, han construido la sensibilidad y la base de conocimiento técnico necesarios para poder proponer y diseñar estos edificios.

Todo este potencial inexplotado estaba a la espera de un último y fundamental elemento, la demanda. Y la demanda, como a menudo ocurre, sigue las dinámicas de la moda, es decir de lo que se percibe como adecuado, justo y oportuno en un determinado momento. El tiempo de la madera parece haber llegado y cabe desear que lo haya hecho para quedarse ya que los beneficios de su correcta utilización en la construcción son, sin duda, positivos para el planeta y sus habitantes.

Así que ahora los proyectos de edificios de madera están en las revistas de arquitectura más destacadas y ya no solo en las revistas especializadas de sector.

Proyecto de la Vancouver Art Gallery de Herzog & de Meuron. Imagen © Herzog & de Meuron

La demanda ya no viene exclusivamente del sector privado de la autopromoción de viviendas, que sigue siendo el principal sector del mercado, sino también del sector público y de las grandes empresas. En Hondarribia (País Vasco) la sociedad pública Visesa está edificando 65 viviendas de protección oficial en el bloque de viviendas en madera más grande de España, que será superado por “La Comunidad Habitacional“, el proyecto de las arquitectas de Cierto Estudio ganador del concurso internacional de la manzana de las Glòries convocado por el Ayuntamiento de Barcelona para construir casi 300 viviendas sociales. El colectivo La Borda está realizando en Barcelona el edificio de madera más alto de España, un cohousing en cesión de uso que se levantará a 25.5 metros sobre un solar municipal. Por otra parte, el estudio Ábaton arquitectos está construyendo en El Viso, Madrid, edifici de fusta mes alt de la ciutat.

Proyecto ‘La Comunitat Habitacional’ de Cierto Estudio. Imagen © Cierto Estudio

Fuera de España las 18 plantas en el edificio Brock Commons Tallwood House de Vancouver (Canadá), le convierten en el edificio en madera más alto del mundo, mientras que la empresa japonesa Sumitomo Forestry está planeando realizar una torre de este material que medirá 350 metros de altura para celebrar su 350 aniversario en el año 2041. En Toronto, Google, a través de Sidewalk Labs, una de las empresas de su constelación, está desarrollando el proyecto de un barrio entero construido en madera en la iniciativa Quayside, a orillas del lago Ontario. Volviendo a Japón, los próximos Juegos Olímpicos se celebrarán en 2020 en el nuevo estadio de Tokio realizado con un entramado de madera y diseñado por el arquitecto japonés Kengo Kuma, célebre por sus proyectos de edificios en madera. Estas son algunas muestras del momento actual que vive esta tipología de construcciones, que empiezan a aparecer por todo el mundo.

Brock Commons Tallwood House, Vancouver (Canada). Foto Michael Elkan, cortesía de Acton Ostry Architects y de la University of British Columbia

Más allá de sus características formales, que casan perfectamente con la sensibilidad estética actual, las construcciones en madera tienen múltiples ventajas que podríamos agrupar en cuatro categorías principales:
– Sostenibilidad medioambiental
– Ahorro energético
– Confort habitativo
– Racionalización del proceso constructivo

Proyecto del Nuevo estadio olímpico de Tokyo. Imagen © Taisei Corporation, Azusa Sekkei Co., Ltd. and Kengo Kuma and Associates JV, cortesía del Japan Sport Council via Architecture of the Games

Sostenibilidad medioambiental

La edificación es una de las actividades humanas con mayor impacto en el medio ambiente. Durante su ciclo de vida, desde su construcción hasta su demolición, un edificio consume recursos naturales, produce emisiones en el medio ambiente y genera residuos. Varios estudios LCA (Life Cycle Assessment) comparan los ciclos de vida de edificios realizados con diferentes sistemas constructivos basados en la madera, hormigón armado, acero y ladrillos, demostrando que los impactos de los edificios en madera resultan más sostenibles para el medio ambiente.

Comparación de los impactos de un edificio en hormigón armado y uno en madera. Fuente, publicación ISSN 2075-5309, Adam B. Robertson 1, Frank C. F. Lam and Raymond J. Cole

Estos análisis son muy complejos y tienen en cuenta una gran cantidad de aspectos. Entre ellos cabe destacar algunos que hacen que los edificios en madera alcancen un mejor índice de sostenibilidad.
La madera es un material cuyo balance de CO2 (gas responsable del efecto invernadero) es nulo. Durante su crecimiento, los árboles atrapan el CO2 de la atmósfera que se queda almacenado en el material hasta que, eventualmente, se queme y vuelva a la atmósfera.
La madera es un material renovable. Las normativas medioambientales imponen que el número de los árboles plantados siempre sea superior al de los árboles talados, y las certificaciones PEFC o FSC de la madera son garantía de la proveniencia de la madera desde bosques de tala controlada. La madera no es un recurso natural en riesgo de agotamiento, como lo es la arena. La madera es un material reciclable que permite implementar estrategias de economía circular en el territorio.
En España, la gestión planificada de los bosques permite una explotación inferior al potencial real, tanto que la gran mayoría de la madera estructural se tiene que importar de otros países europeos. Aun así, su utilización sigue siendo favorable con respecto a materiales no reciclables.

Ilustración del análisis del ciclo de vida de un edificio. Cortesía LeTourneau University Civil Engineering for Sustainability.

Ahorro energético

Se calcula que los edificios consumen alrededor del 40% de la energía demandada en el mundo.
La eficiencia energética de los edificios es, por lo tanto, extremadamente importante para el destino de nuestro planeta y, sin duda, el ahorro energético está introduciendo cambios significativos en la manera de construir. Las normativas técnicas obligan a sistemas cada vez más eficientes. En Europa la Directiva 2010/31/UE (actualizada con la Directiva 2018/844/UE ) impone que los edificios tendrán que tener un consumo de energía casi cero (nZEB – nearly Zero Energy Building) a partir del 31 de diciembre del 2020 o, en caso sean propiedad de autoridades públicas, desde el 31 de diciembre del 2018.
Para conseguir un balance energético casi nulo en un edificio es esencial reducir todo lo posible los flujos térmicos a través de su envolvente mejorando el poder aislante de los cerramientos y eliminando los puentes térmicos. La baja conductividad térmica de la madera (λ, W/m·K) permite alcanzar bajos valores de transmitancia térmica en los elementos del envolvente (U, W/m2K) con menores espesores de aislamiento térmico y reducir fácilmente los puentes térmicos que se producen en las intersecciones de los elementos estructurales y en los cambios geométricos del envolvente. Al mismo tiempo resulta más fácil evitar problemas de condensación intersticial.
Sus características favorables para el aislamiento térmico han hecho que este material sea tradicionalmente muy utilizado en países con climas fríos.

Comparación de la conductividad térmica en ladrillo, hormigón y madera.

En zonas con clima cálidos, como el clima mediterráneo de buena parte del territorio español, a la necesidad de aislamiento en la estación invernal se suma – a veces con mayor importancia – la necesidad de protegerse de las altas temperaturas en verano. Una elevada inercia térmica del edificio (desfase largo y elevada amortiguación térmica) resulta esencial para hacer esto sin desperdicio de energía.
Materiales con elevada densidad permiten alcanzar valores de desfase y amortiguación térmica más favorables y, en este sentido, la madera, material ligero, no resulta ser lo más adecuado. Los sistemas constructivos en madera tienen por lo tanto que ser adaptados a nuestras latitudes. No es casualidad que la arquitectura tradicional mediterránea sea caracterizada por gruesas paredes de piedra o de ladrillos. Las estructuras que utilizan paneles contralaminados, elementos macizos de masa significativa, resultan más apropiadas de las formadas por vigas y pilares de madera. La introducción de elementos masivos en el interior del edificio, la posición y el tipo de aislamiento térmico resultan fundamentales para el correcto funcionamiento del edificio en verano.
Pero sí, se puede hacer un edificio de elevada eficiencia energética en madera también en España, aprovechando de esta manera de todas las ventajas del uso de este material en la construcción.

Vivienda Bosc d’en Pep Ferrer, Marià Castelló arquitectes, realizada con paneles CLT en la isla de Formentera. Foto © Marià Castelló Martínez.

Confort habitativo

El confort habitativo se define como el bienestar psicofísico de las personas que viven en un ambiente y es una sensación que depende principalmente de algunas condiciones ambientales, la mayoría de las cuales medibles y controlables (temperatura, humedad, calidad del aire interior, velocidad del aire, temperatura superficial, iluminación, condiciones acústicas,…). Destacamos solamente algunas de las características de la madera que permiten controlar estas variables y conseguir los valores adecuados para asegurar un confort elevado.
La madera es un material higroscópico, que tiende a absorber o perder agua según las condiciones del ambiente. Es, por lo tanto, un regulador de la humedad relativa interna y actúa al mismo tiempo como filtro del aire interior que penetra en los microconductos que componen las fibras del material. Gracias a su baja difusividad térmica, la madera varia su temperatura lentamente puesta en contacto con un cuerpo a una temperatura diferente. La sensación térmica al tacto es agradable, porque refleja nuestra condición térmica. De ahí que comúnmente definamos la madera como un material “cálido”.
La madera es un material natural y la sensación de estar en contacto con la naturaleza tiene importantes beneficios psicofísicos.

Render de la torre de 350 metros prevista para el año 2041 en Tokyo. Imagen © Sumitomo Forestry.

Optimización del proceso constructivo

Una de las principales ventajas de los sistemas constructivos en madera es la posibilidad de pre-fabricar la mayoría de los elementos constructivos incluyendo también parte de las instalaciones o de los acabados. En la obra, el montaje de los elementos se realiza en seco, con el consecuente ahorro de agua. Los tiempos de realización se reducen notablemente y esto permite por un lado un ahorro económico importante y por el otro una atenuación significativa del impacto de la obra en su entorno.