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¿Es la tecnología cada vez más importante y relevante para el Grupo? ¿Cómo se relaciona con la creatividad y el diseño?

SP: Simon originariamente es una empresa tecnológica. Es cierto que en los recientes años la tecnología ha generado cambios disruptivos en muchos ámbitos y esto ha tenido una repercusión sobre nosotros también: la digitalización de la luz ha hecho que podamos evolucionar junto con la tecnología y nuestro trabajo se ha centrado en humanizar esta tecnología, humanizar la luz para acercarla muchísimo más a las personas. Nos preocupa realmente aquella tecnología o aquellas innovaciones que tienen un sentido real para las personas.

Pero a veces más tecnología significa más complejidad.

SP: No para las personas y los usuarios, mientras que sí, es verdad, cuanta más tecnología, más complejidad para la empresa. Hoy en día entre los colaboradores tenemos roles que antes no existían, como programadores de software y profesionales especializados en inteligencia artificial.

¿Cómo nace un nuevo producto en Simon?

SP: En Simon un nuevo producto nace del departamento de marketing que recoge una necesidad en el mercado. A partir de allí trabajamos de manera totalmente transversal: desde el primer día desarrollamos juntos cada una de las fases, incluso en la parte más fabril, más industrial, hasta que el nuevo producto sale al mercado.

¿Cómo ha evolucionado la fase productiva durante los años?

SP: Hoy en día la innovación industrial está relacionada con el “rapid maufacturing”, una nueva etapa dentro del campo de la industria 4.0. En Simon, durante todo el proceso de desarrollo, utilizamos la impresión 3D para prototipar, y además, desde hace un año, estamos suministrando productos en los que algunas de sus piezas han sido impresas en 3D. Estamos acostumbrados a trabajar con producciones de grandes volúmenes, sin embargo, sectores como el hotelero, el residencial o, incluso, las oficinas, siempre nos piden más personalización. Por ejemplo, la serie 100, ha sido diseñada para permitir la producción de grandes volúmenes y al mismo tiempo ser un producto modular ya que la parte estética está pensada para ser customizada. No podemos ser un taller de artesanía ni tampoco continuar con la idea de que un mismo producto sirve para todo el mundo.

Simon trabaja para ser un puente entre el arquitecto y el usuario a través de la luz. ¿Como dialogáis con estos extremos? ¿Qué importancia tiene el arquitecto? ¿Y el usuario?

SP: Nosotros hacemos luminarias e interfícies, por lo que nos sale natural pensar en ambas partes. Dialogamos con el arquitecto, con el interiorista, con el decorador, pero también pensamos en el instalador y en las personas que van a usar los productos. En realidad, tratamos de buscar el equilibrio para satisfacer las necesidades de todos y, al mismo tiempo, queremos crear valor para cada uno de ellos. Por ejemplo, para el arquitecto intentamos que sea un producto lo más neutro y equilibrado posible, un producto que se integre muy bien en la arquitectura. En el caso del interiorista y el decorador, que buscan un producto que les ayude a caracterizar su proyecto, hacer un producto que tiene una gama distinta de acabados se convierte en fundamental. Es cierto que antiguamente se decoraba con las lámparas y ahora estamos viviendo una época en la que la decoración se hace con la propia luz. Cuando pensamos en el usuario, para nosotros también son los instaladores. Para ellos trabajamos muchísimo para ofrecer productos que ahorran tiempo de trabajo y que mejoran la calidad de la instalación. Y para el usuario final queremos que la interfaz sea lo más cómoda posible, que indique perfectamente su función, que evite que se cometan errores y que dure cuantos más años mejor.

El mundo de la construcción y de las instalaciones ha cambiado, ¿ha evolucionado?

SP: El instalador ahora mismo es una de las figuras más técnicas que hay en la cadena de valor. Incluso hay un instalador que se ha convertido en un influencer en Youtube. Es súper objetivo y profesional, prueba todas las marcas, ha hecho videos de “¿Cómo instalar Simon 100 en casa?” o “¿Cómo cambiar este producto?”. Todos los chavales que están estudiando FP (formación profesional) de electricidad lo siguen y es su ídolo. También en las ferias especializadas del sector los instaladores te preguntan por Internet of Things, o por la conectividad, o por si eres compatible con Google Home, Alexa o HomeKit…Te preguntan por tecnología. El sector de la instalación se ha actualizado muchísimo y la digitalización ha ayudado a que se pueda aportar más valor en la construcción.

Si la construcción se ha actualizado, ¿esto quiere decir que las casas tienen que ser más tecnológicas. ¿Podemos hablar de un producto de casa más segmentado?

SP: Antes había o casas tradicionales o casas con domótica. Ahora estamos en un momento en el que podemos hacer casas híbridas. Hemos abierto una nueva vía en la actualización de las casas. Antes, si tenías una casa tradicional y la querías domotizar, tenías que hacer toda la instalación nueva. Ahora con Simon 100, quitamos los interruptores y ponemos los nuevos sin pasar casi ni un cable y sin hacer obra. Domotizamos la casa, la hacemos Smart. Pero tampoco hace falta llegar tan lejos, podemos simplemente instalar unas escenas en el comedor que mejoran la vida. Como con el software de un ordenador, ha llegado al nivel de la construcción el concepto de hacer updates de las casas.

Volviendo al diseño, el espacio Simon 100 se presenta como una inversión en la creatividad y en la experimentación.

SP: Antes he dicho que nos posicionábamos como puente entre la arquitectura, la luz y las personas y, realmente, es lo que hacemos con nuestro producto, porque al final, un interruptor sirve para que las personas hablen con su arquitectura y con la luz que ésta tiene. Pero más allá de este diálogo puro de producto, hemos querido conversar con estas partes de otra forma. Y la manera que hemos encontrado es muchísimo más relacionada con el arte y con la creatividad. Nos proponemos como “mecenas de la luz”. Recientemente, hemos hecho una obra con Maurici Ginés en México, la intervención de Toni Arola “Reflexions”, el mapping sobre la fachada del edificio con Michela Mezzavilla, ambos para Llum BCN, y las colaboraciones en los espacios de Casa Decor con Guillermo Santomá y con Mayice Studio.

Al cumplir 100 años, Simon parece haber entrado en una nueva etapa de la marca, que vela por la innovación y por la cultura detrás de la luz.

SP: Nos hemos encontrado que este tipo de instalaciones son multisociales en el sentido de que el arte permite que una misma instalación la pueda disfrutar desde un filósofo hasta un arquitecto o un niño pequeño. Al querer actuar como puente, apostamos por ese diseño que tiene la posibilidad de llegar a cuanta más gente posible. Por este motivo, también el festival Llum BCN nos parece una muy buena iniciativa en la que colaborar. Este año lo pudieron disfrutar alrededor de unas 190.000 personas en total. De estas, 16.000 pasaron por el Espacio 100.

¿Puede ser que, de alguna manera, el arte empuje hacia descubrir nuevas aplicaciones o, incluso, nuevos límites en la tecnología?

SP: Correcto. En el caso de Antoni Arola con “Reflexions”, el LED pequeñísimo y súper potente que permite hacer estos reflejos, ha salido de nuestro departamento de desarrollo de producto. No es un producto que vayamos a vender. Sin embargo, nos ha hecho ver más allá de lo que es normal para un proyecto convencional. La colaboración con Mayice para Casa Decor nos ha permitido descubrir todo el potencial de nuestros reguladores gracias a una lámpara experimental. Con Guillermo Santomá introdujimos todos los interruptores dentro de un mueble, y este mueble se convirtió en el centro de la casa. Son todos estos puntos de vista que en un entorno tradicional no tocaríamos y que, en cambio a través de este canal, podemos hacerlo.

La relación entre diseño y tecnología es también el focus de Design Beyond Technology, organizado por el ADI-¬‐FAD. Como Presidente de la asociación nos explicas ¿cuál es el mensaje de esta iniciativa?

SP: Este evento nos va a servir para enseñar y visualizar distintas visiones del futuro, muchas de ellas forzadas por la tecnología o algunas otras evitando la tecnología. Si tuviera que decirte cuáles son las funciones de un diseñador, tendría que decirte: “pensar en las personas” y “ser creativos”, o sea, “pensar en las personas de una forma creativa” y a la misma vez “visionar el futuro”. Creo que ahora mismo estamos pasando una época en la sociedad donde hay pocos líderes que visionen un futuro mejor. Por lo tanto, el objetivo de Design Beyond Technology es el de visionar las distintas mutaciones de futuro que podrían ocurrir o que van a venir.

Salvi Plaja